“La delicadeza” es una película serena y entrañable, sobre la capacidad (o no) para profundizar en los demás, y valorar lo que de maravilloso hay en cada persona con la que nos cruzamos. Siempre y cuando tengamos paciencia y ojos para descubirlo...
Todo ello se aborda a través de una original relación entre dos compañeros de oficina. Ella (Nathalie), chica guapa y profesional respetada en la empresa en la que lleva años trabajando, ha enviudado y no parece capaz de levantar cabeza. Él (Markus), de origen noruego, es no tan guapo y no tan respetado profesionalmente. Entre ellos, y por accidente, surge una extraña amistad que nadie a su alrededor consigue entender ¿Qué puede ver ella en un hombre tan aparentemente insignificante y gris como él?
En una de las mejores secuencias de la película, el jefe de Nathalie, eternamente enamorado de ella y repetidamente rechazado, invita a cenar a Markus, porque quiere averiguar qué puede atraer tanto a Nathalie de este hombre, para que comparta con él noches en el teatro, cenas en restaurantes chinos y paseos por las calles de París. Y le pregunta: “¿qué has visto en Nathalie?”, esperando seguramente una respuesta en la línea de… “su pelo, su sonrisa, su mirada, su sofisticación…”. Pero él contesta que lo que le fascina de ella, es que su proximidad y su mirada, le hacen sentirse valorado, querido y dan sentido a su existencia. En definitiva, ha encontrado a una persona que le ayuda a definirse y a sentirse persona. Ante este comentario, el jefe de Nathalie sonríe con cierto sarcasmo y dice… “Ya entiendo lo que ha visto en ti… Es la delicadeza…”
Película: La delicadeza. Título original: La délicatesse. Dirección: David Foenkinos y Stéphane Foenkinos. País: Francia. Año: 2011. Duración: 108 min. Género: Comedia romántica. Interpretación: Audrey Tautou (Nathalie), François Damiens (Markus).